miércoles, 10 de julio de 2013

 de Claudia Zaragoza-

  Un músico inicia un  tema mientras el público ingresa a la sala. Es uno de los personajes. La luz decrece, él se silencia. Cuando la oscuridad es total se inicia la melodía que se pregunta qué cosa es el amor.
   "En la calma tierna de tus brazos -ritornello de amor desencajado-" es un espectáculo que discurre acerca del amor, pero lo hace enfocándose en un límite que no se puede transponer: no es posible decirlo todo, sobre todo en el tema de los afectos. 
   Rolan Barthes escribe "Fragmentos de un discurso amoroso" en 1977. Dice el autor " el discurso amoroso es hoy de una extrema soledad... está completamente abandonado por los lenguajes circundantes: o ignorado, o despreciado o escarnecido por ellos."
   "En la calma..."  está inspirada en este libro donde Barthes hace una disección minuciosa en torno de temas como la espera, la ausencia, la desesperación, el fracaso, la imagen recreada, el deseo, las recriminaciones, los disimulos. "En su cabeza, el enamorado  no cesa en efecto de correr, de emprender nuevas andanzas y de intrigar contra sí mismo", dice.
   En la puesta, tres personajes masculinos y uno femenino discurrirán en un bar, bebiendo ginebra barata, aspectos que generalmente se ponen en el tapete en el "discurso amoroso". Narrada a manera de recortes de pequeñas situaciones, los personajes mostrarán retazos de sus padecimientos amorosos. El espectáculo no pretende ofrecer una respuesta, sino plantear una serie de preguntas; ¿Qué decimos cuando decimos amor? ¿Qué es lo que nos atrae, nos atrapa del otro? ¿Por qué no me responde como yo necesito que me responda? ¿Por qué calla? ¿Cuál es la imagen que tengo del ser amado?
  El tono de realismo extrañado, enrarecido y la música en vivo, interpretada por los actores, acompañarán este adentrarse en algunas raíces del deseo. La iluminación favorecerá el tono opaco, amarillo, de los bares escasamente iluminados. Artefactos que penden a baja altura  como en las mesas de pool, contribuirán a ocultar aún más lo que nos cuesta ver cuando estamos sumergidos en ese profundo letargo del amor. Un espacio recortado en medio de la sala, con el público a ambos lados, en donde los actores trabajarán esa cotidianeidad que nos ahoga en constante complicidad con los que miran, que también son parte del mismo padecimiento.
   Una escenografía que plantea un bar desdibujado, casi un sueño de bar donde el despojamiento remarca la metáfora acerca del ser amado. En los motivos de las puertas de ingreso y hacia el interior, el toque de la pintura art-noveau, con tonos amarronados-rojizos resaltando el calor de un lugar al que acuden los solitarios en búsqueda de respuestas. 




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