lunes, 26 de agosto de 2013

tal vez algo de lo que decimos cuando decimos amor...

W Kandinsky   The Singer
 
El amor empieza cuando se rompen los dedos
y se dan vuelta las solapas del traje,
cuando ya no hace falta pero tampoco sobra
la vejez de mirarse,
cuando la torre de los recuerdos, baja o alta,
se agacha hasta la sangre.

El amor empieza cuando Dios termina
y cuando el hombre cae,
mientras las cosas, demasiado eternas,
comienzan a gastarse,
y los signos, las bocas y los signos,
se muerden mutuamente en cualquier parte.

El amor empieza
cuando la luz se agrieta como un muerto disfrazado
sobre la soledad irremediable.

Porque el amor es simplemente eso:
la forma del comienzo
tercamente escondida
detrás de los finales.

autógrafo
ROBERTO JUARROZ 

jueves, 11 de julio de 2013


EN LA CALMA TIERNA DE TUS BRAZOS...

ESCENA III 

ELTRES: Quería decirte…dejáme hablar…quería que supieras que te esperé durante mucho tiempo…no quiero decir que te esperé porque tardaste, aunque sí, tal vez tardaste un poco, o sea… quiero decir…dejáme hablar…no te echo la culpa…quiero decir que durante toda mi vida estuve esperándote, no porque te hayas demorado, porque en realidad no sabía que ibas a venir… que ibas a venir vos…o sea…dejáme hablar…sí, si supe que eras vos cuando te ví, pero no sabía que te ibas a llamar como te llamás o que ibas a ser como sos…que sos hermosa, pero…no sé como…no sé si soy claro…yo, cuando apareciste así de golpe sentí algo dando vueltas en mi cabeza y entonces… dejáme hablar…todo, todo, todo fue como volver un momento al regazo de mi madre…aunque no… no mi madre, porque mi madre me mandaría a preguntarle a mi padre… fue como el regazo de alguien a quien jamás dejaría, alguien con quien quisiera quedarme…y el regazo se transformaba...hablar...en algo caliente, dejáme que, dejáme... Te amo porque te amo... ya está...no no está, pero no tengo...dejáme...mas explicaciones para darte...no es que me las pidas... hablar!... estuve en muchos lugares y esperé a muchas mujeres....ninguna me pudo sacar de este encantamiento... dejáme... en que parezco estar metido...
En realidad lo que quiero...dejáme...es que...hablar...es que quisieras...llevarme con vos.... quedarte conmigo.... ahora nos siento como arriba de una balsa en un mar embravecido....dejáme ...hablar...esas balsas echas de palos... y la tormenta es cada vez más fuerte....hablar...hablar... pero no me mareo, tengo miedo de que si te hundís no quieras llevarme con vos a caminar por el fondo del mar....
¿Te quedó claro?
 Solo los enamorados y los niños tienen el corazón oprimido....

miércoles, 10 de julio de 2013

 de Claudia Zaragoza-

  Un músico inicia un  tema mientras el público ingresa a la sala. Es uno de los personajes. La luz decrece, él se silencia. Cuando la oscuridad es total se inicia la melodía que se pregunta qué cosa es el amor.
   "En la calma tierna de tus brazos -ritornello de amor desencajado-" es un espectáculo que discurre acerca del amor, pero lo hace enfocándose en un límite que no se puede transponer: no es posible decirlo todo, sobre todo en el tema de los afectos. 
   Rolan Barthes escribe "Fragmentos de un discurso amoroso" en 1977. Dice el autor " el discurso amoroso es hoy de una extrema soledad... está completamente abandonado por los lenguajes circundantes: o ignorado, o despreciado o escarnecido por ellos."
   "En la calma..."  está inspirada en este libro donde Barthes hace una disección minuciosa en torno de temas como la espera, la ausencia, la desesperación, el fracaso, la imagen recreada, el deseo, las recriminaciones, los disimulos. "En su cabeza, el enamorado  no cesa en efecto de correr, de emprender nuevas andanzas y de intrigar contra sí mismo", dice.
   En la puesta, tres personajes masculinos y uno femenino discurrirán en un bar, bebiendo ginebra barata, aspectos que generalmente se ponen en el tapete en el "discurso amoroso". Narrada a manera de recortes de pequeñas situaciones, los personajes mostrarán retazos de sus padecimientos amorosos. El espectáculo no pretende ofrecer una respuesta, sino plantear una serie de preguntas; ¿Qué decimos cuando decimos amor? ¿Qué es lo que nos atrae, nos atrapa del otro? ¿Por qué no me responde como yo necesito que me responda? ¿Por qué calla? ¿Cuál es la imagen que tengo del ser amado?
  El tono de realismo extrañado, enrarecido y la música en vivo, interpretada por los actores, acompañarán este adentrarse en algunas raíces del deseo. La iluminación favorecerá el tono opaco, amarillo, de los bares escasamente iluminados. Artefactos que penden a baja altura  como en las mesas de pool, contribuirán a ocultar aún más lo que nos cuesta ver cuando estamos sumergidos en ese profundo letargo del amor. Un espacio recortado en medio de la sala, con el público a ambos lados, en donde los actores trabajarán esa cotidianeidad que nos ahoga en constante complicidad con los que miran, que también son parte del mismo padecimiento.
   Una escenografía que plantea un bar desdibujado, casi un sueño de bar donde el despojamiento remarca la metáfora acerca del ser amado. En los motivos de las puertas de ingreso y hacia el interior, el toque de la pintura art-noveau, con tonos amarronados-rojizos resaltando el calor de un lugar al que acuden los solitarios en búsqueda de respuestas.