de Claudia Zaragoza-
Un músico inicia un tema mientras el público
ingresa a la sala. Es uno de los personajes. La luz decrece, él se silencia.
Cuando la oscuridad es total se inicia la melodía que se pregunta qué cosa es
el amor.
"En la calma tierna de tus brazos
-ritornello de amor desencajado-" es un espectáculo que discurre acerca
del amor, pero lo hace enfocándose en un límite que no se puede transponer: no
es posible decirlo todo, sobre todo en el tema de los afectos.
Rolan Barthes escribe "Fragmentos de un
discurso amoroso" en 1977. Dice el autor " el discurso amoroso es hoy
de una extrema soledad... está completamente abandonado por los lenguajes
circundantes: o ignorado, o despreciado o escarnecido por ellos."
"En la calma..." está
inspirada en este libro donde Barthes hace una disección minuciosa en torno de
temas como la espera, la ausencia, la desesperación, el fracaso, la imagen recreada,
el deseo, las recriminaciones, los disimulos. "En su cabeza, el enamorado
no cesa en efecto de correr, de emprender nuevas andanzas y de intrigar
contra sí mismo", dice.
En la puesta, tres personajes masculinos y
uno femenino discurrirán en un bar, bebiendo ginebra barata, aspectos que
generalmente se ponen en el tapete en el "discurso amoroso". Narrada
a manera de recortes de pequeñas situaciones, los personajes mostrarán retazos
de sus padecimientos amorosos. El espectáculo no pretende ofrecer una
respuesta, sino plantear una serie de preguntas; ¿Qué decimos cuando decimos
amor? ¿Qué es lo que nos atrae, nos atrapa del otro? ¿Por qué no me responde
como yo necesito que me responda? ¿Por qué calla? ¿Cuál es la imagen que tengo
del ser amado?
El tono de realismo extrañado, enrarecido y la
música en vivo, interpretada por los actores, acompañarán este adentrarse en
algunas raíces del deseo. La iluminación favorecerá el tono opaco, amarillo, de
los bares escasamente iluminados. Artefactos que penden a baja
altura como en las mesas de pool, contribuirán a ocultar aún más lo
que nos cuesta ver cuando estamos sumergidos en ese profundo letargo del
amor. Un espacio recortado en medio de la sala, con el público a ambos
lados, en donde los actores trabajarán esa cotidianeidad que nos ahoga en
constante complicidad con los que miran, que también son parte del mismo
padecimiento.
Una escenografía que plantea un bar
desdibujado, casi un sueño de bar donde el despojamiento remarca la metáfora
acerca del ser amado. En los motivos de las puertas de ingreso y hacia el
interior, el toque de la pintura art-noveau, con tonos amarronados-rojizos
resaltando el calor de un lugar al que acuden los solitarios en búsqueda de
respuestas.